lunes, 3 de febrero de 2014

El desgraciado.

Érase una vez un vil villano que quería atentar contra la paz mundial. Era tan malo, tan malo, tan malo, tan malo, tan malo, tan malo, que falló un penalti a puerta vacía; era casi tan malo como Wert. Imaginaos si era malo. Malo de verdad.

Total, que un día construyó un arma gigante que convertía a las personas en un montón de palomitas de maíz, como las del cine. Al principio no importaba mucho, pero era época de sequía, y la gente no podía beber todo el agua que quería tras jartarse de palomitas.

Así que se reunieron todos los superhéroes de Marvel y DC, que son los más importantes o eso dicen, para intentar pararle los pies a ese supervillano malísimo de la muerte.
Como no se ponían de acuerdo acerca de quién iba a ser el encargado de salvar el planeta esta vez, decidieron llegar a un acuerdo: se lo jugarían todo al "piedra, papel o tijera"; al final cada compañía de cómics tendría a su vencedor de la final de conferencia que se la jugaría contra el vencedor del bando contrario.

Así fue como Lobezno o Hulk se eliminaron en las primeras rondas y quedaron descartados como salvadores del universo.

A la final de conferencia de DC llegaron sospechosamente Batman y Batgirl, lo que algunos calificaron de tongo; y a la final de conferencia de Marvel llegaron Wolverine y Spiderman, gracias a su sentido arácnido. Batman ganó a Batgirl por la mínima en una disputadísima final, y Spiderman ganó a Wolverine porque este se lesionó la muñeca y no pudo continuar. Momentos antes de la celebración de la gran final, la tía May (tía de Peter Parker) le llamó para saber dónde estaba, que llevaba muchas horas fuera de casa, y "qué salvar al mundo ni leches, de vuelta para la casa, que mañana te tienes que levantar temprano para ir a la escuela", fueron las palabras de la disgustada tía.

Spiderman se retiró y Batman ganó holgadamente la final. "Si es que no tengo rival, jeje", declaró el modesto hombre murciélago.

Y así es como al final toda la humanidad se convirtió en un puñado de palomitas de maíz, ya que el puto desgraciado de Bruce Wayne murió aplastado por una trucha gigante que escupía fuego por la boca mientras pescaba para relajarse antes de la gran pelea y no pudo avisar a nadie antes de morir porque se había dejado el bat-teléfono cargando en casa.

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